John, el culí trinitario que surtía de
harina a las Panaderías de Ciudad Bolívar, decidió un buen día montar su propia
panadería, pero lejos de la competencia y del impuesto. Para ello le vino
bien una pequeña isla solitaria que mora frente al puerto y allí junto
con su mujer montó su tienda y luego mandaba a sus hijos a ofrecer su pan a las familias angostureñas. No aguantó mucho tiempo, se agotó y regresó a su
tierra, pero la isla adoptó su apelativo. (AF)
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