martes, 8 de agosto de 2017

El Orinoco reclama sus predios


El Río Padre se levantó una madrugada de agosto y visitó la casa ribereña de la culisa Julia González, lamió los flecos de la hamaca donde dormía, puso a navegar las ollas de la cocina e incluso la petaca de la ropa desteñida.  Luego satisfecho de su particular admonición regresó a la cueva de la culebra de siete cabezas. (AF)

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