El Bachiller Ernesto Sifontes bajaba la empinada cuesta todos los días muy temprano a visitar al Río Padre, con sus botas marrón bien trenzadas doble suela, un repleto saco de herramientas para medir el nivel, las corrientes y el tiempo, un sombrero de corcho contra los largos rayos blancos y una siempre viva en el ojar de la chamarra.(AF)
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