viernes, 1 de septiembre de 2017

EL COSTO DE LA SUPERSTICIÓN


Claro!  La culpa no es de quien se cree brujo o se hace pasar por tal sino de la ingenuidad del cliente, en este caso, de María Pérez de Mohamed, de 36 años, que violó la tumba de su amigo Felipe Arzola, muerto trágicamente, julio de 1969, en la Carretera hacia Maripa, para extraer las flores remitidas con su nombre porque, según le dijo el chamán, corría el riesgo de que el muerto se la llevara, pero quién realmente sí se la llevó fue la Policía, enterada de la profanación. (AF)

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