Aparecida en una de las siete colinas de Roma en el
siglo IV, llegó a Guayana mil años después navegando en la fe de la expedición
doradista más numerosa de la Conquista para insertarse en el alma popular como
patrona sustituta del apóstol Santo
Tomás. Su primer milagro fue convertir
en fértil una mujer estéril. Se llamaba
Lucina Ignova y su esposo Juan Patricio, agradecido, le hizo levantar una
basílica en el Esquilino, colina llena de nieves donde apareció a pesar del verano. El doctor J. M García Parra que en mayo de
1936 había logrado una píldora para combatir la esterilidad en la mujer, dicen
que al enterarse de la leyenda de la Virgen, rompió la formula y se puso a
escuchar el violín con el que su hermano Luis daba serenata a la joven Enma,
madre después del pintor Jesús Soto. (AF)
No hay comentarios:
Publicar un comentario