Durante la mitad
del siglo veinte todavía se veían las
Pilas de Agua Bendita en la Catedral e iglesias de Ciudad Bolívar donde los
fieles se humedecían los dedos con los cuales se persignaban antes de ingresar
al templo. Estas pilas de agua bendita
desaparecieron cuando los feligreses en vez de los dedos comenzaron a lavarse
la nuca y la cara como remedio para calmar insolaciones o dolores de cabeza. (AF)
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