
No era propiamente urna sino una rústica caja claveteada donde Manana cargaba y trasladaba los muertos desvalidos del Hospital "Ruiz y Mercedes" de Ciudad Bolívar, al Cementerio del sector periférico "Casanova". A él también le tocó, pero con otro heredero de su fúnebre oficio, el día que “estiró la pata”. Manana era un bolivarense alto, grandote, pantalones brinca pozos y alpargatas tan grandes como sus pies. (AF)
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