jueves, 28 de septiembre de 2017

LA CABEZA DE LA SAPOARA


Tal vez sugestionado por la letra del popular merengue del músico margariteño, Francisco Carreño, el niño Exio Saldivia nunca quiso comerse la cabeza de la zapoara. Zapateaba cada vez que su madre lo obligaba aduciendo propiedades fortificantes. Cuenta Exio que fue su Madre, quien se debatía entre la vida y la muerte en humilde rancho de El Zanjón, la última paciente del médico Agosto Méndez.  A fuerza de ruegos, el médico ya anciano apoyado en un bastón, pudo prestarle oportuna  asistencia  mientras él, armado de piedras y palos, evitaba que los cerdos verracos atropellaran al ya anciano y humanitario médico (AF)

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