En carta enviada al Papa por Monseñor Talavera se
lamenta que “bajo un caney de azotea se adora al Creador, y las oraciones dulces y
fervorosas escasean, y se oprimen por su calurosa y estrecha capacidad. Una
plaza mal situada existe al lado de estas fábricas; en su primitivo estado,
llena de peñascos, basuras y montes, pastando allí las bestias” .Ante
tan penosa situación, Monseñor Talavera puso en juego todos los recursos de su
influencia y dignidad para de una vez por todas concluir la Catedral. Logró
recabar entre los fieles de una población de ocho mil almas, 19 mil pesos con
los cuales la Catedral, sin la Torre, fue concluida y bendecida el 25 de marzo
de 1841. (AF)
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