La novelista
mexicana Ángeles Mastretta, deleitándose con “Parlami d´ámore Mariu, en la voz
de Pavarotti, se descontroló al ver que su lengua cuando cantaba, era blanca, corta y gorda, algo así como un
hongo salido de un bosque, y pensó para su adentro: “algo tan perfecto tenía
que tener algo de feo”. Obviamente, nada parecida a la lengua de la
angostureña, Rosa, de Cerro Azul, confidente del Caribe Vidal, que la llamaban “Lengua de Pimienta
Brava”. /AF)
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